martes, 16 de enero de 2018

Día 22A Primera Época

En ese recuerdo siempre es otoño en medio del campo. Una vieja reja Oxidada, da paso a una mansión solariega de ladrillo rojo musgoso con la fachada rematada al estilo flamenco. Las ventanas son de guillotina y delante de ellas los Mody Blues, ataviados como new romantic, blanden sus instrumentos. La imagen es en blanco y negro, algo borrosa y tan propia de un recuerdo lejano del que ya se han desprendido los colores. Están interpretando "noches de blanco satén". Pantalones de campana y pelos largos. Hojas batidas por un viento suave, que las arremolina alrededor de los árboles.
Cuando tengo estos arrebatos de nostalgia me pregunto si con todo lo que se se va descubriendo acerca de los viajes en el tiempo, la teoría de cuerdas, la deformación del espacio tiempo, los agujeros de gusano y todo eso, me pregunto, digo, si es posible que una de las cosas que nos traiga el futuro, sea alguna manera de acceder al pasado.
Resulta una paradoja, aunque interpreto que nuestra obsesión por el pasado tiene que ver más con nuestras propias inseguridades, porque ¿para qué acceder al pasado si no es para corregir nuestros errores? se me plantea que tal vez solo sea para refugiarnos del futuro en un lugar en el que las cosas son inamovibles, y no se pueden estropear,  como si se tratase de un refugio subterráneo que va a resistir cualquier tipo de bombardeo de realidad, de sucia realidad.
 Los cambios nos aterran a pesar de que la monotonía nos mata. Aunque en muchos casos preferimos la muerte antes que el esfuerzo de pelear contra la vida, que no es más que tener que enfrentarnos a la incertidumbre de lo desconocido. Enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestras debilidades y a nuestros miedos. Bukowski dijo: # encuentra lo que amas y deja que te mate# Es lo mejor, sin duda, morir por algo que nosotros mismos hemos elegido, y fuera del alcance de las elucubraciones de los demás. Como modernos Neo, elegimos la pastilla roja.